miércoles, 3 de octubre de 2012

Accept - Restless and Wild - Review

DISCO: RESTLESS AND WILD

AUTOR: ACCEPT

PRIMERA EDICIÓN: 1982


¿ Quién puede decir a estas alturas que no se quedó de piedra la primera vez que escuchó la melodía introductiva del primer clásico de este clásico? ( y valga la redundancia) Esa melodía tirolesa que hace ver en tu propia mente a dos rubias con trenzas a los lados de la cabeza y bailando al son de la música mientras cantan y sirven cerveza... ¿ Quién puede negar a estas alturas que se quedó boquiabierto cuando la melodía es desgarrada por un vinilo rallado y el señor Udo Dirkschneider nos brinda un sonoro alarido que se queda en la cabeza durante el resto de tu vida?. ¿ Quién no pensó esa primera vez que la cinta, el vinilo o el compact se estaba derritiendo en el aparato que lo reproducía?. ¿ Quién no estuvo a punto de perder los ojos al salírsele de sus cuencas cuando escuchó aquel riff de guitarra metálico que corta la respiración?...
Así es Accept; macarras y juerguistas a más no poder. Pero una cosa es segura: Nadie, absolutamente nadie queda indiferente ante tamaña muestra de descaro, fuerza y rabia desplegada en a penas quince segundos tras el comienzo de la reproducción, sea cual sea el formato utilizado para el deleite de los oídos. Y es que estamos ante un clásico de clásicos. Muchos son los que se engancharon a esta forma de entender la vida y vivir la música gracias a este redondo.
Éste es uno de esos discos que te marcan de por vida y supongo que en gran parte se debe al ya citado primer corte del álbum: “Fast as a shark”, que como su propio nombre indica, es una muestra de velocidad a raudales, y que hace que automáticamente cualquiera que lo escuche empiece a mover la cabeza sin remisión. No sólo es uno de los estandartes del Heavy Metal, sino que además es una de las canciones más versioneadas por grupos noveles o no tan noveles. Y no es sólo debido al riff principal que hace la guitarra, es que además la voz de Udo te obliga a apretar los dientes, llenándote el cuerpo con una extraña descarga eléctrica. Una voz desgarrada como la que más y potente como ninguna... A mitad de canción llega un solo de guitarra que deja estupefacto a cualquier erudito de la materia, lleno de limpieza al mismo tiempo que no falto de cierta “suciedad” proveniente de las pastillas de la Gibson flying.
Tras este corte tan brutal es de esperar que el disco pierda interés, ya que podría resultar infructuoso cualquier intento por mantener el listón, situado ya a una altura insuperable. Pero continuando la escucha del trabajo nos damos cuenta de que “Restless and wild” no es sólo el título del disco en si, sino un título tan elaborado y pensado como el resto del trabajo en estudio. Y así lo demuestran con el segundo corte, que lleva por nombre el homónimo al citado título, tan cargado de fuerza como el antecesor y poseedor de un riff tan machacón como el del anterior tema y un estribillo que te empuja a corear junto con el resto de la banda y convertido en merecido himno con el paso del tiempo, ayudado por ese galopar de las guitarras y la batería.
Una púa desgarra las cuerdas, dando paso a “Ahead of the pack”, otro tema fantástico con una línea compositiva cercana al Rock and Roll mas conservador y con un simpático contratiempo a mitad de estrofa y un punteo sacado de una persecución de coches digna de cualquier película policíaca. Llega el turno a “Shake your heads”, algo mas pausado que los anteriores, pero con una melodía de voz nada tranquila y en cambio si muy directa y sencilla, con un estribillo hipnótico e himnótico.
“Neon nights” es la primera balada del disco, por así decirlo... y digo por así decirlo más que nada porque no es una balada propiamente dicha: es un medio tiempo, con una melodía hecha con cuatro acordes de guitarra ( uno en la estrofa) y un Udo que colma su propia voz con total sentimiento y bonitas cadencias. “Get ready” y “Demons night” son temas posteriores que no quiero desmenuzar, por no extenderme en demasía. Ello no indica que sean carentes de calidad: nada más lejos, mantienen con absoluta precisión la calidad de los predecesores, es simplemente que los tres últimos temas son dignos de escribir un libro para cada uno. Con esto quiero decir que son clásicos con mayúsculas, son de esos temas que no se olvidan jamás. “Flash rocking man” es una composición formada por riffs perfectos de guitarra, voz, bajo y bateria ... no es que no pueda decir nada más, es que no hay nada más que decir. “Don´t go stealing my soul away”, al mas puro estilo AC/DC ( algo que todo el mundo ha pensado al escuchar al vocalista) es una pieza de ajedrez olvidada en el tablero, que no se usa hasta el final, pero decisiva para arrinconar al rey. Marcada por un cencerro de batería a modo de “campana” ( los bateristas me entienden), y una especie de pandereta echa con el charles hacen que la canción cobre presencia sólo con eso; escuchad todo lo que tiene a parte y comprenderéis porqué el corte es tan fantástico.
Todo disco por grandioso que sea ha de tener un final, esa es la gota amarga de toda cumbre arquitectónica. Ya que antes he hecho una metáfora ajedrecística, voy a continuar con otra: y es que ésta es, no una pieza clave: es la jugada del jaque mate rotundo, y donde hasta el mejor jugador se rinde con resignación... En este caso con total estupor nos damos cuenta de que en la sencillez, como siempre, está el gusto. Nada como una sencilla batería, un ritmo de guitarra a quintas y un compás en cuatro por cuatro para demostrar que no es necesario hacer alardes de virtuosismo para convencer a nadie de que se es un buen músico. No voy a desgranar paso a paso cómo es la canción: basta con decir “Princess of the dawn”... El tema perfecto para acabar cualquier noche de Heavy Metal, antes de que el sol ciegue tus ojos.
¿ Aún no has escuchado esta obra maestra? Eres el único.

Xentrix - 09/06/04 

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